El miércoles me derrumbé en el instituto.
La clase del martes en Diver I se me dio fatal. Tenía que dar el Renacimiento, el Humanismo y la historia de Carlos I de España y bueno, no sé, vi el reflejo de aburrimiento en las caras de los chavales. Me sentí insegura, superinsegura y muerta de miedo. Al irme de clase me fui medio llorando. Y cuando me despedí del tutor rompí a llorar como una niña pequeña. Yo creo que se dio cuenta de que no me encontraba muy allá.
El miércoles fui al instituto con desgana, con cero motivación. Les tenía que explicar el arte renacentista y aunque me había trabajado el tema pero me sentía fatal. Me encontré a Patricia en el departamento y nos salimos a hablar fuera y fatal, llorando otra vez... Me "pilló" el tutor y decidió que en esas condiciones ni se me ocurriera ir a dar clase; que me fuera a tomar el aire y que volviera a quinta hora. Ya improvisaría él la clase como fuera. Muy majo él, y dándome ánimos.
La verdad es que no sé si he de dedicarme a esta profesión o cambiar de tercio. Tengo que quitarme ese miedo, pánico a los chavales. El profe me dijo que me preocupaba demasiado en saberme la lección y que debía hacer/proponer más actividades a los chavales. Que con lo que pone el libro suele ser suficiente y que no se trata de dar una clase magistral... Que estoy capacitada, pero que ese miedo hay que quitarlo. Hay muchos profesores que están de baja por motivos así; por lo menos las prácticas, como me ha dicho hoy, sirven para darte cuenta de tus fallos o mejor dicho, de las cosas que tienes que mejorar. Aunque bueno, primero es sacarte la oposición, que, por cierto, la llevo fatal...
Me fui a pasar unas horas a los Jardines de Sabatini; me compré una tila y un rol de canela en el Starbucks y allí me senté, en el parque, en frente de mi antigua casa. En frente de mi piso de Cuesta de San Vicente. Pensé en ir a ese lugar porque una vez fui feliz allí y quizás me daría una inyección de positivismo. Me quedé un rato mirando esas ventanas, y tuve una sensación extraña; por primera vez noté que esa ya no era mi casa. Así que me puse a desayuñar dando la espalda a esa casa, a ese piso. Intenté disfrutar de ese momento de relax y poco a poco fui retomando fuerzas. Respiré varias veces y recordé alguna frase de las de los cursos de Bea y Alberto y me fui de nuevo al instituto.
Estuve hablando un buen rato con Lolo, de la profesión, de las dificultades, de las ventajas, pros, contras, de lo que tengo que mejorar... pero sobre todo darme mucho ánimo. Y me guió para poder dar clase al día siguiente. Me supervisó lo que iba a hacer del tema de literatura. Tenia que dejarlo todo hecho antes de irme del centro; y así lo hice. Después de la clase de Diver II, comentamos lo que había preparado y le pareció bien.
La clase de ayer me salió mejor, pero bueno sigo con mis miedos. Hoy me he sentido mejor, hemos hecho el examen, luego lo hemos corregido en voz alta y para finalizar un poemita. Por primera vez me he sentido a gusto. Incluso me han dicho que si iba a dar más clases. Y me han preguntado por Patricia, que como ya no viene. Creo que cuando más improvisas con lo que tienes en las manos, mejor te sale todo.
Soy consciente de mis miedos y sé que los tengo que trabajar; el ponerme delante de un grupo me da miedo, pero desde siempre. No sé si el esfuerzo que estoy haciendo servirá para algo, si de verdad quiero dedicarme a esto. Quiero recuperar mi vida de 35 años, con mi casa y mi independencia que ahora no disfruto en su totalidad. Por otro lado, me da miedo el pensar que puede que hasta los 40 no tenga plaza, no apruebe y se me haya ido media vida. Casi toda las personas que conozco empezaron antes que yo y siento que, como siempre, yo llevo un retraso considerable en el tren de la vida. Y esto me pone nerviosa.
Pero bueno, voy a dejar de escribir, que no quiero empezar el finde deprimiéndome. Espero que algo bueno me pase.
La semana que viene es mi última semana y me va a dar mucha pena. El curso acaba el 17 de junio